LA GESTIÓN DEL AULA
La buena gestión del aula pretende conseguir una mayor participación y reducir el nivel de desorden. Es imprescindible para conseguir buenos resultados, buena conducta y buenas actitudes. La gestión del aula, o la buena disciplina, se basan sobre todo en la prevención.
Entre las causas del desorden están factores como la pobreza, la escasa habilidad, los problemas emocionales y la influencia de los compañeros, entre otros.
Los principios de la buena gestión se han clasificado en las siguientes categorías:
Normas y expectativas:
Establecer expectativas positivas, normas y claras, dominio-control, responsabilidad)
Organización del aula:
Vigilancia constante, transición eficiente entre las diferentes actividades y alto interés; y evitar todo lo que favorezca el hablar y el hacer el payaso)
Actividades en el aula:
Empezar la clase con prontitud y entrando en materia, mantener a los alumnos ocupados y participando, hacer que los alumnos sepan lo que deben hacer cuando acaben.
Respuestas a la mala conducta:
Ignorar las faltas de disciplina irrelevantes; servirse en primer lugar del humor o de las amenazas; si es preciso, imponer castigos con rapidez, justicia y de forma que se centren en la conducta.
El domino-control de Kounin (1970) significa que los alumnos sepan que el profesor sabe lo que está pasando. El objetivo y el momento del castigo deben ser los apropiados. Según Emmer (1987), el dominio-control implica un control y una evaluación precisos y ocuparse de la mala conducta con determinación.
El encabalgamiento consiste en ocuparse de la indisciplina sin interrumpir una actividad de aprendizaje. Otra técnica para ocuparse de la indisciplina consiste en redirigir a los alumnos desde comportamientos inadecuados a comportamientos adecuados. El mantener activa la clase, la uniformidad, la ausencia en el profesor de aquellas conductas que producen sobresaltos, son también importantes para una buena gestión en el aula. La uniformidad y el momento pueden verse afectados por las idas y venidas, la fragmentación, el dejar colgados, la reacción a cualquier estímulo y empujones y la insistencia exagerada. La uniformidad se ve favorecida cuando se planifican las transiciones entre actividades, se establecen expectativas claras, no haciendo que los alumnos esperen, sirviéndose de prácticas docentes eficaces.
La alerta de grupo es otra técnica que los profesores pueden emplear para mantener atentos a todos los alumnos. Para reducir el hastío, los profesores deben planificar la variedad en las actividades, el nivel de razonamiento, los materiales y los medios audiovisuales, la configuración del grupo, y su ubicación. Las disposiciones materiales deben tender a conseguir del alumno su máxima atención, a reducir al mínimo las distracciones, a permitir el control visual y a favorecer el paso por la clase.
Al principio del curso, es preferible que los profesores se muestren amables y respetuosos que distantes y duros. Para conseguir un buen ambiente psicológico es importante que, desde el principio, se establezcan unas expectativas elevadas en cuanto a los rendimientos y la buena conducta.
Establecer normas sencillas, claras, amplias, y flexibles contribuirá a aumentar el orden; los alumnos pueden contribuir a establecer normas. Cada actividad de aprendizaje requerirá sus propias normas y procedimientos.
Encauzar a los alumnos significa establecer la idea de que los profesores dan órdenes y los alumnos las siguen, de acuerdo con la noción básica que lo mejor es, en primer lugar, prevenir la mala conducta. Cuando ésta se produce, debe ser tratada de inmediato, sin impedimentos y con justicia.
El castigo puede ser físico o psicológico, simplemente termina con mala conducta, puede ser que no favorezca una conducta alternativa que sustituya a la primera, presenta un mal modelo, afecta de forma distinta a los diferentes alumnos y puede producir efectos secundarios negativos. Las zonas y las aulas de castigo parecen ser efectivas, a la vez que métodos aceptables de disciplina. El castigo debe guardar relación con la mala conducta correspondiente. Debe ser moderado, ni severo ni empleado con excesiva frecuencia. Debe ayudar al alumno a comprometerse a mejorar su comportamiento, ser administrado de forma consecuente, y centrarse en la conducta y no en la persona.
Las técnicas de ignorar, aprender de otro y el humor son alternativas al castigo. Las negociaciones y las investigaciones centradas en el problema son también eficaces para el control del mal comportamiento.
Ornstein daba orientaciones para la gestión del aula en ambientes más desfavorecidos, que nosotros clasificamos en las categorías de rutinas diarias (e.g conocer a los alumnos, dar instrucciones claras, ocupar a los alumnos en actividades significativas) y disciplina (e.g ser flexible, constante, no hacer amenazas imposibles.
sábado, 27 de septiembre de 2008
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